miércoles, 7 de diciembre de 2011

Sine Labe Concepta

El 8 de Diciembre de 1854, el Papa Pío IX, declara el dogma de la Inmaculada Concepción con estas palabras: "Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la Beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles".

Estas palabras, al parecer sencillas y simples, están seleccionadas una por una y tienen resonancia de siglos. Son eco, autorizado y definitivo, de la voz solista que cantaba el común sentir de la Iglesia entre el fragor de las disputas de los teólogos de la Edad Media.

La definición del dogma de la Inmaculada Concepción suscitó un extraordinario entusiasmo en el mundo católico y reveló la vitalidad de la fe católica, en un siglo agredido por el racionalismo y por el naturalismo. Después de la definición del Concilio de Éfeso sobre la divina maternidad de María –escribe el teólogo Campana, la historia no puede registrar otro hecho que haya suscitado tan vivo entusiasmo por la Reina del Cielo como la definición de su total exención de culpa.

El primer gran acto del Pontificado de Pío IX –la definición del dogma de la Inmaculada es mucho más que la pública expresión de aquella profunda devoción a la Santísima Virgen. Manifiesta su profunda convicción en la existencia de una relación entre la Madre de Dios y los acontecimientos históricos, y, de modo particular, de la importancia del privilegio de su Inmaculada Concepción, como antídoto para los errores contemporáneos, cuyo punto de apoyo está precisamente en la negación del pecado original.

El fundamento de este privilegio mariano está en la absoluta oposición existente entre Dios y el pecado. Al hombre concebido en pecado se contrapone María, concebida sin pecado. Y a María, en cuanto Inmaculada, le fue reservado vencer al mal, los errores y las herejías que nacen y se desarrollan en el mundo a consecuencia del pecado.

El privilegio de la Inmaculada debe ser considerado, pues, no de manera abstracta y estática, sino en su proyección histórica y social. La Inmaculada no es, en verdad, una figura aislada de las otras naturalezas humanas que fueron, que son y que serán. Toda la historia humana es iluminada y ennoblecida por esta excelsa criatura, la única que, en perfección, es inferior solamente a Dios.

MILAGRO

Todos los presentes afirman que, en el momento de la proclamación del dogma, el rostro de Pío IX, bañado en lágrimas, fue iluminado por un haz de luz que bajó de lo alto. Monseñor Piolanti, que estudió los testimonios dejados por los fieles que presenciaron el hecho, afirma, a la luz de su amplia experiencia en la basílica del Vaticano, que en ningún periodo del año, mucho menos en diciembre, es posible que un rayo de sol entre por una de las ventanas para iluminar cualquier punto del ábside donde se encontraba Pío IX. Concuerda con la descripción hecha por la madre Julia Filippani, de las Hermanas del Sagrado Corazón de Jesús, presente en San Pedro con su familia en el momento de la definición, según la cual no era posible explicar naturalmente el extraordinario fulgor que iluminó el rostro de Pío IX.

Via Crucis extraordinario Jesús de la Rosa .

Marcha dedicada a nuestra titular María Stma. del Mayor Dolor de Rute.